02-02-2015, 09:38 PM
(Serinus Canarius)
ALGUNAS VERSIONES:
La historia de los Canarios, se inicia hace sólo unos 500 años, con un barco que salió de España para dirigirse a África y que no llego nunca a su destino, ya que naufragó en las costas rocosas de las islas Canarias. Al parecer, la mayoría de los tripulantes del barco naufragado consiguieron ganar felizmente la costa y permanecieron en las islas durante cierto tiempo antes de ser rescatados.
A los marineros siempre les han gustado los animales de compañía, y muy concretamente las aves, y estos marineros pronto descubrieron que en la isla donde se habían refugiado habitaba una especie de pájaro hasta entonces desconocida, que cantaban de una forma extraordinariamente agradable. Durante su temporal y forzosa estancia en las islas Afortunadas, los marineros tuvieron ocasión de observar detenidamente a esas aves canoras. Vieron que los machos eran de un verde brillante, mientras que las hembras tenían un verde grisáceo más apagado; pudieron percatarse de que eran granívoros y pertenecían, por lo tanto, a la familia de los fringílidos. Las aves, de tamaño relativamente pequeño, volaban en bandadas a poca altura y se alimentaban de las plantas gramíneas y frutos por entonces abundantes en las islas.
Los marineros del barco naufragado, atraídos por sus cantos de un encanto maravilloso, capturaron algunos de los pájaros, a los que mantuvieron en jaulas construidas con ramitas entrelazadas con tallos herbáceos. Los pajarillos daban muestra de gran vivacidad y, por encima de todo, cantaban, y las notas que emitían eran de una belleza tal y tan distintas a todas las de los pájaros de España natal, que al volver a la patria se llevaron consigo a un gran número de esas aves. Como es de suponer, al principio sólo los más ricos podían permitirse el lujo de comprar uno de esos encantadores pájaros pero, gracias a su sin par habilidad canora y su capacidad de reproducirse en cautividad, los canarios llegarían a ser el pájaro cantor más popular de Europa y su fama se extendería progresivamente a las restantes partes del mundo.
Aunque el canario como animal doméstico sea ya relativamente antiguo, no fue, ni muchos menos, el primer pájaro que el hombre tuvo en cautividad. Antes de descubrir el canario, disfrutó de la compañía de otras muchas aves que, a pesar de sus otras cualidades, carecían del canto del canario y resultaban difíciles de alimentar, reproducir y cuidar en jaulas.
OTRA VERSION:
Todas las variedades de canarios que actualmente se crían en el mundo proceden, más o menos directamente, del canario silvestre, oriundo de las islas Canarias.
Las Canarias presentan una fauna muy rica, con un interesante número de especies endémicas, es decir, propias y exclusivas del archipiélago. Entre éstas se encuentra precisamente el canario silvestre, emparentado con un pequeño pájaro también silvestre abundante en la avifauna peninsular: el verdecillo.
En la antigüedad, parece que las islas Canarias eran bien conocidas por fenicios y cartagineses, que practicaban el comercio con la poblaci6n ancestral guanche. Más adelante, las rutas comerciales quedaron olvidadas, hasta que a principios del siglo XV se produce un verdadero redescubrimiento de las islas.
En efecto, durante el reinado de Juan II de Castilla este monarca encarga a los caballeros normandos Juan de Bethencourt i Gadifer de La Salle la empresa de anexionar las llamadas «islas afortunadas» a la corona de Castilla.
La costumbre de los nativos de las islas de capturar y enjaular unos pequeños pájaros de color verde y maravilloso canto, precisamente para deleitarse con éste, llamó la atención de los conquistadores. El canario silvestre no puede competir en belleza de color con otros muchos pájaros insulares, pero desde luego es un auténtico campeón de canto.
Fue Juan de Bethencourt quien exportó los primeros ejemplares. Cuando éstos llegaron al continente europeo ofreció algunos de ellos a Juan II, a quien debía vasallaje. Este monarca sería pues uno de los primeros europeos poseedores de canarios.
En un segundo viaje, Bethencourt envió ejemplares a Francia, como presente para la reina Isabel de Baviera, esposa de Carlos VI. En adelante, y durante el siglo XV, el canario fue ave de lujo en las cortes europeas.
Es en el siglo XVI cuando se organiza la caza y exportación sistemática. Entre cazadores isleños especialistas y navegantes holandeses y españoles, se establece un próspero comercio y se inician las rutas que distribuirán por casi toda Europa los canarios cantores. A pesar de lo que se ha escrito sobre cazas masivas e impresionantes rutas comerciales, lo cierto es que la especie silvestre soportó bien esta presión, no viendo peligrar sus efectivos.
A principios del citado siglo XVI, Flandes y España peninsular son los principales centros receptores de canarios. A partir de los puertos españoles se inicia la difusión hacia Italia, que pasa a ser un importante centro de aclimatación, especialmente en la zona templada de Alto Adigio, desde donde la ruta comercial continúa hacia Alemania.
En cuanto a la situación en las islas originarias, parece ser que a mediados de ese siglo se habían formado ya las primeras organizaciones de criadores. Es un dato de gran interés en cuanto a protección de la naturaleza insular, ya que a partir de este momento deja de confiarse exclusivamente en la caza, cobrando importancia esencial la reproducción y cultivo doméstico de la especie.
De los escritos y tratados antiguos puede deducirse que, en el siglo XVI, el canario era ya un ave doméstica que comenzaba a reproducirse fácilmente en cautividad, y en cuanto a su comercialización y difusión por Europa, Gran Canaria enviaba ejemplares fundamentalmente a la España peninsular y a Flandes, La Palma surtía a los avicultores franceses y Tenerife enviaba un buen número de ejemplares a las islas Británicas.
Atraídos por el señuelo de los altos precios que los canarios cantores llegaban a alcanzar, los burgueses pronto se interesan por su cría, y desplazan a la nobleza para organizar florecientes industrias. Los primeros criaderos importantes, desde el punto de vista industrial, se organizan en Flandes, Alemania y Norte de Italia. Comienzan por ser explotaciones de tipo familiar, pero, en algunas zonas, pueblos enteros se dedican a la nueva industria.
A finales del siglo XVI, la canaricultura, como industria avícola, con algo de deporte y mucho de arte, era ya un hecho consumado en Europa.
La caza e importación desde las islas había dejado de ser necesaria y el canario, convertido ya en un verdadero animal doméstico, comenzaba a diversificarse, iniciándose la aparición de nuevos colores y de peculiares formas de canto.
Es en esta época cuando por circunstancia de las guerras entre España y Flandes impulsan la emigración de numerosas familias flamencas hacia las islas Británicas.
Con ellas penetró el canario en forma masiva, para diversificarse poco a poco en razas, hoy conocidas como «inglesas», notables por su belleza y fantasía.
En cuanto al fruto de los trabajos de los criadores continentales, puede esquematizarse que Flandes trabajó en las primeras variaciones de color, mientras que Alemania, Francia, los Países Bajos y España trabajaban fundamentalmente en lo que se refiere a la selección del canto.
En este último aspecto, habría que esperar al siglo XIX para que los criadores belgas llegaran a conseguir los «canarios ruiseñor», maravillosos cantores que darían origen a los actuales Waterslager, y para que en las montañas del macizo alemán del Harz se formara la maravillosa variedad Roller, cantores a pico semicerrado de suma melodiosidad que en España fueron tradicionalmente conocidos como «canarios flauta».
En cuanto a nuestra raza cantora por excelencia, el canario «Timbrado Español», tiene fijado su origen como raza muy recientemente, ya que se remonta a los últimos treinta años, si bien, desde antiguo, se seleccionaban los mejores cantores entre las primitivas cepas, y a los que para distinguir de los flauta, que se importaban raramente, se denominaba «canarios del país». De aquellos legendarios «canarios del país» proceden directamente los actuales Timbrados Españoles.
Poco más se conoce con certeza histórica. Libros antiguos muy traducidos y copiados difundieron leyendas, confundieron el canario con otros pájaros silvestres que se adaptan a la cautividad y disertaron así sobre varias imaginarias razas de canarios originarios. Autores de fértil y novelesca imaginación difundieron la leyenda del naufragio de un barco español cerca de las costas de Elba, del que escaparon canarios que se aclimataron a la vida silvestre en Italia. Novelesca invención que nace de la confusión del canario verdadero con otros pájaros europeos de similar colorido. Que todas las variedades actualmente repartidas por el mundo reconocen como origen al pequeño canario silvestre de las islas Canarias. Es indudable esta procedencia que nos llena de satisfacción y orgullo.
Lo probado, y por tanto cierto, es que la historia del canario como animal doméstico supera ya los cuatrocientos años, si bien desde mucho antes algunos poblados mantenían el pájaro en cautividad para deleitarse con su canto. Que todas las variedades actualmente repartidas por el mundo reconocen como origen al pequeño canario silvestre de las islas Canarias. Es indudable esta procedencia que nos llena de satisfacción y orgullo.
ALGUNAS VERSIONES:
La historia de los Canarios, se inicia hace sólo unos 500 años, con un barco que salió de España para dirigirse a África y que no llego nunca a su destino, ya que naufragó en las costas rocosas de las islas Canarias. Al parecer, la mayoría de los tripulantes del barco naufragado consiguieron ganar felizmente la costa y permanecieron en las islas durante cierto tiempo antes de ser rescatados.
A los marineros siempre les han gustado los animales de compañía, y muy concretamente las aves, y estos marineros pronto descubrieron que en la isla donde se habían refugiado habitaba una especie de pájaro hasta entonces desconocida, que cantaban de una forma extraordinariamente agradable. Durante su temporal y forzosa estancia en las islas Afortunadas, los marineros tuvieron ocasión de observar detenidamente a esas aves canoras. Vieron que los machos eran de un verde brillante, mientras que las hembras tenían un verde grisáceo más apagado; pudieron percatarse de que eran granívoros y pertenecían, por lo tanto, a la familia de los fringílidos. Las aves, de tamaño relativamente pequeño, volaban en bandadas a poca altura y se alimentaban de las plantas gramíneas y frutos por entonces abundantes en las islas.
Los marineros del barco naufragado, atraídos por sus cantos de un encanto maravilloso, capturaron algunos de los pájaros, a los que mantuvieron en jaulas construidas con ramitas entrelazadas con tallos herbáceos. Los pajarillos daban muestra de gran vivacidad y, por encima de todo, cantaban, y las notas que emitían eran de una belleza tal y tan distintas a todas las de los pájaros de España natal, que al volver a la patria se llevaron consigo a un gran número de esas aves. Como es de suponer, al principio sólo los más ricos podían permitirse el lujo de comprar uno de esos encantadores pájaros pero, gracias a su sin par habilidad canora y su capacidad de reproducirse en cautividad, los canarios llegarían a ser el pájaro cantor más popular de Europa y su fama se extendería progresivamente a las restantes partes del mundo.
Aunque el canario como animal doméstico sea ya relativamente antiguo, no fue, ni muchos menos, el primer pájaro que el hombre tuvo en cautividad. Antes de descubrir el canario, disfrutó de la compañía de otras muchas aves que, a pesar de sus otras cualidades, carecían del canto del canario y resultaban difíciles de alimentar, reproducir y cuidar en jaulas.
OTRA VERSION:
Todas las variedades de canarios que actualmente se crían en el mundo proceden, más o menos directamente, del canario silvestre, oriundo de las islas Canarias.
Las Canarias presentan una fauna muy rica, con un interesante número de especies endémicas, es decir, propias y exclusivas del archipiélago. Entre éstas se encuentra precisamente el canario silvestre, emparentado con un pequeño pájaro también silvestre abundante en la avifauna peninsular: el verdecillo.
En la antigüedad, parece que las islas Canarias eran bien conocidas por fenicios y cartagineses, que practicaban el comercio con la poblaci6n ancestral guanche. Más adelante, las rutas comerciales quedaron olvidadas, hasta que a principios del siglo XV se produce un verdadero redescubrimiento de las islas.
En efecto, durante el reinado de Juan II de Castilla este monarca encarga a los caballeros normandos Juan de Bethencourt i Gadifer de La Salle la empresa de anexionar las llamadas «islas afortunadas» a la corona de Castilla.
La costumbre de los nativos de las islas de capturar y enjaular unos pequeños pájaros de color verde y maravilloso canto, precisamente para deleitarse con éste, llamó la atención de los conquistadores. El canario silvestre no puede competir en belleza de color con otros muchos pájaros insulares, pero desde luego es un auténtico campeón de canto.
Fue Juan de Bethencourt quien exportó los primeros ejemplares. Cuando éstos llegaron al continente europeo ofreció algunos de ellos a Juan II, a quien debía vasallaje. Este monarca sería pues uno de los primeros europeos poseedores de canarios.
En un segundo viaje, Bethencourt envió ejemplares a Francia, como presente para la reina Isabel de Baviera, esposa de Carlos VI. En adelante, y durante el siglo XV, el canario fue ave de lujo en las cortes europeas.
Es en el siglo XVI cuando se organiza la caza y exportación sistemática. Entre cazadores isleños especialistas y navegantes holandeses y españoles, se establece un próspero comercio y se inician las rutas que distribuirán por casi toda Europa los canarios cantores. A pesar de lo que se ha escrito sobre cazas masivas e impresionantes rutas comerciales, lo cierto es que la especie silvestre soportó bien esta presión, no viendo peligrar sus efectivos.
A principios del citado siglo XVI, Flandes y España peninsular son los principales centros receptores de canarios. A partir de los puertos españoles se inicia la difusión hacia Italia, que pasa a ser un importante centro de aclimatación, especialmente en la zona templada de Alto Adigio, desde donde la ruta comercial continúa hacia Alemania.
En cuanto a la situación en las islas originarias, parece ser que a mediados de ese siglo se habían formado ya las primeras organizaciones de criadores. Es un dato de gran interés en cuanto a protección de la naturaleza insular, ya que a partir de este momento deja de confiarse exclusivamente en la caza, cobrando importancia esencial la reproducción y cultivo doméstico de la especie.
De los escritos y tratados antiguos puede deducirse que, en el siglo XVI, el canario era ya un ave doméstica que comenzaba a reproducirse fácilmente en cautividad, y en cuanto a su comercialización y difusión por Europa, Gran Canaria enviaba ejemplares fundamentalmente a la España peninsular y a Flandes, La Palma surtía a los avicultores franceses y Tenerife enviaba un buen número de ejemplares a las islas Británicas.
Atraídos por el señuelo de los altos precios que los canarios cantores llegaban a alcanzar, los burgueses pronto se interesan por su cría, y desplazan a la nobleza para organizar florecientes industrias. Los primeros criaderos importantes, desde el punto de vista industrial, se organizan en Flandes, Alemania y Norte de Italia. Comienzan por ser explotaciones de tipo familiar, pero, en algunas zonas, pueblos enteros se dedican a la nueva industria.
A finales del siglo XVI, la canaricultura, como industria avícola, con algo de deporte y mucho de arte, era ya un hecho consumado en Europa.
La caza e importación desde las islas había dejado de ser necesaria y el canario, convertido ya en un verdadero animal doméstico, comenzaba a diversificarse, iniciándose la aparición de nuevos colores y de peculiares formas de canto.
Es en esta época cuando por circunstancia de las guerras entre España y Flandes impulsan la emigración de numerosas familias flamencas hacia las islas Británicas.
Con ellas penetró el canario en forma masiva, para diversificarse poco a poco en razas, hoy conocidas como «inglesas», notables por su belleza y fantasía.
En cuanto al fruto de los trabajos de los criadores continentales, puede esquematizarse que Flandes trabajó en las primeras variaciones de color, mientras que Alemania, Francia, los Países Bajos y España trabajaban fundamentalmente en lo que se refiere a la selección del canto.
En este último aspecto, habría que esperar al siglo XIX para que los criadores belgas llegaran a conseguir los «canarios ruiseñor», maravillosos cantores que darían origen a los actuales Waterslager, y para que en las montañas del macizo alemán del Harz se formara la maravillosa variedad Roller, cantores a pico semicerrado de suma melodiosidad que en España fueron tradicionalmente conocidos como «canarios flauta».
En cuanto a nuestra raza cantora por excelencia, el canario «Timbrado Español», tiene fijado su origen como raza muy recientemente, ya que se remonta a los últimos treinta años, si bien, desde antiguo, se seleccionaban los mejores cantores entre las primitivas cepas, y a los que para distinguir de los flauta, que se importaban raramente, se denominaba «canarios del país». De aquellos legendarios «canarios del país» proceden directamente los actuales Timbrados Españoles.
Poco más se conoce con certeza histórica. Libros antiguos muy traducidos y copiados difundieron leyendas, confundieron el canario con otros pájaros silvestres que se adaptan a la cautividad y disertaron así sobre varias imaginarias razas de canarios originarios. Autores de fértil y novelesca imaginación difundieron la leyenda del naufragio de un barco español cerca de las costas de Elba, del que escaparon canarios que se aclimataron a la vida silvestre en Italia. Novelesca invención que nace de la confusión del canario verdadero con otros pájaros europeos de similar colorido. Que todas las variedades actualmente repartidas por el mundo reconocen como origen al pequeño canario silvestre de las islas Canarias. Es indudable esta procedencia que nos llena de satisfacción y orgullo.
Lo probado, y por tanto cierto, es que la historia del canario como animal doméstico supera ya los cuatrocientos años, si bien desde mucho antes algunos poblados mantenían el pájaro en cautividad para deleitarse con su canto. Que todas las variedades actualmente repartidas por el mundo reconocen como origen al pequeño canario silvestre de las islas Canarias. Es indudable esta procedencia que nos llena de satisfacción y orgullo.
El criador, dícese de aquél lleno de ilusiones y un puñado de alpiste en los bolsillos.