08-02-2015, 06:24 PM
Pájaros en Cautividad.Â
Se crea cierta incertidumbre cuando formulamos ciertas preguntas: ¿Por qué enjaulamos a los pájaros? ¿Es acaso un sentimiento innato de dominación por todo aquello que nace libre? ¿Nos gusta disfrutar del placer que nos da su compañía?
Es difícil encontrar alguna persona que no haya soñado, alguna vez en su vida, que podía volar. El hecho de volar significa, de forma directa y sin discusión alguna, libertad. Curiosamente soñar esto es una especie de llamada a la reflexión en tu forma de vida. Quizás no te sientas libre. Pero qué extraño, si tienes todo el espacio del mundo para tí.
La costumbre de enjaular pájaros parece ser arcaica. Al igual que ocurre con los canarios, la mayor parte de los pájaros que se crían en cautividad pertenecen al grupo de los denominados "cantores": jilgueros, ruiseñores, alondras, mirlos, petirrojos, verderones, etc. Pero también otras especies son enjauladas por motivos distintos a lo agradable de su canto: periquitos, loros, perdices, zorzales, camachuelos... Los unos, por sus colores, los otros por su utilidad cinegética, exotismo o simpatía.
Con independencia de la razón por la que son enjaulados, a los efectos que ahora nos ocupan podemos dividir a las aves cautivas, atendiendo a su procedencia, en dos grandes grupos: los de procedencia silvestre (es decir, ejemplares que son capturados estando en libertad), y los de cría (es decir, ejemplares nacidos de madres cautivas).
La cautividad de aves silvestres puede parecer para muchos, sin paliativos, una crueldad. Se puede llegar a pensar que el mayor castigo que puede imponerse a un ser nacido libre es, precisamente, privarle de esa libertad. Y ello sin entrar en otros aspectos que dicha costumbre lleva pareja: la captura de animales protegidos y/o en peligro de extinción (todos los pájaros cantores silvestres lo están), el tráfico ilegal, la creación de nuevos efectivos de aves cautivas para reproducción, el atroz cautiverio de las perdices para reclamo, etc... Cada año, sólo en Andalucía, miles de pájaros cantores son capturados legalmente (con permisos especiales) por los silvestristas. A la sombra de tales permisos, otros miles de pájaros son capturados fuera de cupo, ilegalmente. Su único fin es criarlos en cautividad para reproducción y disfrutar de su canto. La Administración extiende dichos permisos con el argumento de que es una práctica tradicional muy arraigada. ¿Pero todos los silvestristas respetan las normas?
En cuanto a los procedentes de cría, no falta quien sostiene que su existencia se justifica precisamente por ello, por ser criados para estar cautivos. Y hay parte de razón: liberar a cualquiera de estos pajarillos significa ineludiblemente su muerte, pues ya no son capaces de sobrevivir por sí mismos. Durante siglos (el primer registro de un canario domesticado se remonta ya a finales del siglo XVI) generación tras generación no han conocido otro espacio que el limitado por los barrotes de su jaula. Esta es quizá la causa por la que, incluso personas con gran sensibilidad hacia los animales, son capaces de mantener pájaros enjaulados pensando que ello no supone sufrimiento para ellos. ¿Pero es esto verdad?. ¿Al no conocer la libertad pueden echarla en falta?. Es imposible decirlo, pero hay algunos detalles que señalan que, a pesar de su procedencia, aún tienen genes que responden a costumbres de libertad. Por ejemplo su mismo canto.
Los pájaros, no importa si cautivos o en libertad, cantan para señalar su territorio, para marcar un entorno que reservan a la hembra que consigan atraer. Los canarios, por ejemplo, dejan de cantar cuando mudan su pluma, pues saben que durante ese período no pueden atraer hembras. También el periquito deja de cantar mientras su hembra anida. Si son capaces de conservar tales recuerdos ¿por qué debemos suponer que no añorarán otros?.
Por otro lado, no menos importante, está la extinción de la especie en libertad. Los pájaros han de buscar la comida, en ocasiones difícil labor, pesticidas, venenos, y un largo etc., ¿hace falta nombrarlos? ¿Cuántos pájaros mueren al año? Sin la intervención del hombre ¿habrían más pájaros?
Hay lugares en España que se prohíbe dar de comer a los gorriones o a las palomas, queridos pájaros éstos por todos y por estar más cerca del hombre que ningún otro. Caramba ¿quién no ha comprado alguna vez pienso en una pajarería y ha pasado una tarde en la plaza echando de comer a las palomas? Cada año vemos menos pájaros de esta raza. ¿Qué me cuentan de los patos? Todos ellos en libertad y extinguiéndose.
La intervención del hombre, de forma moderada, equilibrada y claro está permitida, llevará a que no se extingan muchas especies y, en su defecto, a colaborar en una continuidad natural de esas razas. Es evidente que todos los excesos, frutos del lucro, son perjudiciales en todos los campos.
Es por ello que cae una gran responsabilidad sobre el criador que pretende continuar la especie o incluso mejorarla. Y los que empiezan, sobre todo ellos han de buscar consejo y han de aplicar los conocimientos día a día.
Criticados o no, reconocidos o no, seguro que estaréis de acuerdo conmigo en que nosotros, como criadores, sólo somos un grupo de personas con muchísimas ilusiones y un simple puñado de alpiste en el bolsillo.
Se crea cierta incertidumbre cuando formulamos ciertas preguntas: ¿Por qué enjaulamos a los pájaros? ¿Es acaso un sentimiento innato de dominación por todo aquello que nace libre? ¿Nos gusta disfrutar del placer que nos da su compañía?
Es difícil encontrar alguna persona que no haya soñado, alguna vez en su vida, que podía volar. El hecho de volar significa, de forma directa y sin discusión alguna, libertad. Curiosamente soñar esto es una especie de llamada a la reflexión en tu forma de vida. Quizás no te sientas libre. Pero qué extraño, si tienes todo el espacio del mundo para tí.
La costumbre de enjaular pájaros parece ser arcaica. Al igual que ocurre con los canarios, la mayor parte de los pájaros que se crían en cautividad pertenecen al grupo de los denominados "cantores": jilgueros, ruiseñores, alondras, mirlos, petirrojos, verderones, etc. Pero también otras especies son enjauladas por motivos distintos a lo agradable de su canto: periquitos, loros, perdices, zorzales, camachuelos... Los unos, por sus colores, los otros por su utilidad cinegética, exotismo o simpatía.
Con independencia de la razón por la que son enjaulados, a los efectos que ahora nos ocupan podemos dividir a las aves cautivas, atendiendo a su procedencia, en dos grandes grupos: los de procedencia silvestre (es decir, ejemplares que son capturados estando en libertad), y los de cría (es decir, ejemplares nacidos de madres cautivas).
La cautividad de aves silvestres puede parecer para muchos, sin paliativos, una crueldad. Se puede llegar a pensar que el mayor castigo que puede imponerse a un ser nacido libre es, precisamente, privarle de esa libertad. Y ello sin entrar en otros aspectos que dicha costumbre lleva pareja: la captura de animales protegidos y/o en peligro de extinción (todos los pájaros cantores silvestres lo están), el tráfico ilegal, la creación de nuevos efectivos de aves cautivas para reproducción, el atroz cautiverio de las perdices para reclamo, etc... Cada año, sólo en Andalucía, miles de pájaros cantores son capturados legalmente (con permisos especiales) por los silvestristas. A la sombra de tales permisos, otros miles de pájaros son capturados fuera de cupo, ilegalmente. Su único fin es criarlos en cautividad para reproducción y disfrutar de su canto. La Administración extiende dichos permisos con el argumento de que es una práctica tradicional muy arraigada. ¿Pero todos los silvestristas respetan las normas?
En cuanto a los procedentes de cría, no falta quien sostiene que su existencia se justifica precisamente por ello, por ser criados para estar cautivos. Y hay parte de razón: liberar a cualquiera de estos pajarillos significa ineludiblemente su muerte, pues ya no son capaces de sobrevivir por sí mismos. Durante siglos (el primer registro de un canario domesticado se remonta ya a finales del siglo XVI) generación tras generación no han conocido otro espacio que el limitado por los barrotes de su jaula. Esta es quizá la causa por la que, incluso personas con gran sensibilidad hacia los animales, son capaces de mantener pájaros enjaulados pensando que ello no supone sufrimiento para ellos. ¿Pero es esto verdad?. ¿Al no conocer la libertad pueden echarla en falta?. Es imposible decirlo, pero hay algunos detalles que señalan que, a pesar de su procedencia, aún tienen genes que responden a costumbres de libertad. Por ejemplo su mismo canto.
Los pájaros, no importa si cautivos o en libertad, cantan para señalar su territorio, para marcar un entorno que reservan a la hembra que consigan atraer. Los canarios, por ejemplo, dejan de cantar cuando mudan su pluma, pues saben que durante ese período no pueden atraer hembras. También el periquito deja de cantar mientras su hembra anida. Si son capaces de conservar tales recuerdos ¿por qué debemos suponer que no añorarán otros?.
Por otro lado, no menos importante, está la extinción de la especie en libertad. Los pájaros han de buscar la comida, en ocasiones difícil labor, pesticidas, venenos, y un largo etc., ¿hace falta nombrarlos? ¿Cuántos pájaros mueren al año? Sin la intervención del hombre ¿habrían más pájaros?
Hay lugares en España que se prohíbe dar de comer a los gorriones o a las palomas, queridos pájaros éstos por todos y por estar más cerca del hombre que ningún otro. Caramba ¿quién no ha comprado alguna vez pienso en una pajarería y ha pasado una tarde en la plaza echando de comer a las palomas? Cada año vemos menos pájaros de esta raza. ¿Qué me cuentan de los patos? Todos ellos en libertad y extinguiéndose.
La intervención del hombre, de forma moderada, equilibrada y claro está permitida, llevará a que no se extingan muchas especies y, en su defecto, a colaborar en una continuidad natural de esas razas. Es evidente que todos los excesos, frutos del lucro, son perjudiciales en todos los campos.
Es por ello que cae una gran responsabilidad sobre el criador que pretende continuar la especie o incluso mejorarla. Y los que empiezan, sobre todo ellos han de buscar consejo y han de aplicar los conocimientos día a día.
Criticados o no, reconocidos o no, seguro que estaréis de acuerdo conmigo en que nosotros, como criadores, sólo somos un grupo de personas con muchísimas ilusiones y un simple puñado de alpiste en el bolsillo.
El criador, dícese de aquél lleno de ilusiones y un puñado de alpiste en los bolsillos.