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CAMACHUELO COMÚN
#1
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El brillante colorido del plumaje del Camachuelo Común, Pyrrhula pyrrhula, son algunas de las cualidades que atraen la atención de este pájaro.

El macho tiene la cabeza de color negro intenso y brillante, que desde la nuca y por debajo dé los ojos rodea el pico formando bajo él, en el mentón, un corto y redondeado babero. Los lados de la cara, cuello, flancos, garganta y pecho son de un vivo rojo asalmonado. La espalda es gris azulada, la cola y las alas negras y el obispillo o rabadilla blanco puro, lo mismo que el vientre y las plumas infracobertoras caudales. En las alas hay una franja blanco-grisácea muy visible. En el macho la última secundaria tiene la mitad interior roja. En la hembra, la misma pluma posee coloración sólo rojiza o rosada. Tanto las alas como la cola tienen intenso brillo y un matiz azulado muy marcado. El pico es una de las características más acusadas en este pájaro. Muy ancho, corto y redondeado, la mandíbula superior con el culmen curvado y los bordes afilados, tiene color negro, excepto la base de la mandíbula inferior pardusca. Los tarsos y los pies son pardos y el iris de los ojos también pardo.

La hembra tiene el color negro de la cabeza, más mate y alas y cola menos azuladas que el macho y espalda gris, pero a la altura de las plumas cobertoras hay un tinte pardusco que puede desaparecer progresivamente por desgaste y muchas hembras en la primavera y el verano llegan a ser tan grises por encima como los machos. La franja gris claro de las alas está algo más difuminada y en determinadas posturas del pájaro con alas plegadas queda casi completamente oculta. El obispillo, vientre y plumas infracobertoras de la cola son también blancas, pero la garganta, lados de la cara, el cuello y el pecho, tienen un matiz pardo rosado intenso en el otoño e invierno que en muchas hembras pasa al café claro en la primavera.

Los jóvenes no tienen la cabeza negra, sino pardo oscura, lo mismo que la espalda y plumas escapulares. El obispillo es blanco con un ligero tinte beige. En las partes inferiores el color general pardusco está mezclado con amarillento, que es más pálido en el vientre. Las alas y la cola son negras como en los adultos y la franja alar es muy marcada y posee tono beige blancuzco. El plumaje de adultos lo adquieren entre agosto y octubre, mudando las plumas del cuerpo, pero no las rectrices de la cola, las plumas primarias y secundarias de las alas ni las cobertoras.

El Camachuelo Común habita bosques de especies caducifolias, coníferas, zonas con arbustos y árboles dispersos, huertos y plantaciones de frutales, eludiendo normalmente campo abierto, rastrojeras y eriales. Frecuenta sotobosques, riberas arboladas, jardines y parques, incluso en zonas urbanas y es más abundante en lugares próximos a cursos de agua. Es un típico pájaro de la campiña norteña que se reproduce desde el nivel del mar hasta el límite de los bosques de montaña. En la primavera prefiere zonas sombrías de los bosques de Haya, Roble, Abedul, Aliso, y linderos de bosques de coníferas. En algunas zonas tiene querencia por los grupos de fresnos. Al comienzo de la primavera y ya en los últimos días invernales, los huertos de frutales y plantaciones extensivas de melocotoneros, ciruelos, manzanos y cerezos le atraen especialmente. En el otoño es muy dado a comer sobre arbustos y matorrales frutos y bayas, y algunos como la zarza le proporcionan alimento hasta los últimos días del año. Entonces frecuenta más la campiña abierta, los jardines y huertos.

Pocas veces solitario, es gregario a partir de julio-agosto. Primero son grupos familiares de jóvenes que vagan cerca de su lugar de nacimiento. En agosto son muchos los que se observan formando pequeños bandos de cuatro-ocho pájaros jóvenes, entre los que con frecuencia hay algún adulto, a menudo un macho. Las hembras adultas son menos gregarias y más solitarias. Hasta los últimos días de diciembre los grupos de camachuelos jóvenes del año, ya mudados y adultos, vagan juntos, formando en sitios favorables por la abundante alimentación concentraciones de 8-20 individuos.

Los camachuelos se mueven entre los árboles y el follaje o los arbustos, realizando vuelos cortos y acompañándolos con continuas llamadas que mantienen unido el grupo. Al volar largas distancias de un bosque a otro o entre arboledas de un mismo valle o ladera, lo hacen con marcadas ondulaciones, pero su vuelo es directo. Durante él no cesan de llamar y al posarse suelen sacudir las alas con un movimiento espasmódico. Es pájaro activo e inquieto en las primeras horas de la mañana y al atardecer, pero perezoso y somnoliento durante largos intervalos. Con el plumaje esponjado pueden verse los grupos posados en ramas desnudas mientras algunos gorjean tenuemente. En momentos de gran actividad se posan en el tope de ramas de árboles o arbustos y desde allí llaman insistentemente mientras mueven la cola de un lado a otro. Quizá el tono bajo de su canto y el continuo movimiento errático no permiten al observador casual fijar su atención y poder seguir sus costumbres. Solamente se nota su presencia cuando quien conoce su llamada la escucha ocasionalmente al transitar por la campiña o si le vemos volar a lo largo de un matorral o seto o bien atravesando un camino o carretera, situaciones en las que el blanco obispillo es un rasgo que inmediatamente llama la atención. El Camachuelo se posa inmóvil y como encogido. Pero no siempre es así; también permanece erguido y vigilando o inquieto, agitando las alas y moviendo la cola, moviéndose acrobáticamente por entre el ramaje y adoptando posturas que no parecen propias de un pájaro de aspecto pesado. Otras veces revolotea cerca del suelo, manteniéndose en el aire casi cerniéndose sobre o al lado de una planta o arbusto. En el suelo se posa con bastante frecuencia y en él salta no muy ágilmente y se mueve ligeramente agachado.

Normalmente es muy manso cuando está en grupos. A partir de los últimos días de diciembre ya se suelen ver las parejas solitarias y su timidez aumenta, pero mientras comen en los frutales y arbustos aún permiten la aproximación del observador hasta pocos metros. Es así fácil de observar y puede verse muy bien la técnica empleada para comer los brotes tiernos de los árboles. No es un pájaro sensible al frío, porque su alimentación variada y arbórea le permite resistirlo fácilmente, pero sí lo es a la sed y al calor. Las zonas cubiertas de nieve son abandonadas pronto, sin embargo, y el pájaro sabe buscar y encontrar lugares ricos en alimento. Por la noche duerme en arbustos densos, con especial querencia por el Laurel, y Espino Albar. No es un pájaro madrugador y antes que él comienzan a moverse en la campiña el petirrojo, mirlo y chochín, pero es el más activo de los fringílidos en las primeras horas de la mañana.

La típica nota de llamada es un silbido corto emitido en tono bajo y lastimero y cuando está excitado, elevando ligeramente el tono, unas veces a intervalos casi regulares y otras juntando dos silbidos casi consecutivamente. A pesar de su aparente debilidad, esta llamada se escucha a considerable distancia. Su poder de concentración es muy grande y los pájaros no pierden el contacto entre sí en ningún momento. Si uno de ellos observa que el otro no acude a su llamada cuando él se aleja hacia otro lugar, insiste en ella y regresa, acercándose paulatinamente al lugar donde el otro permanece estacionado. Este fenómeno de intensa atracción es muy propio de los fringílidos, pero en ninguno tan acusado como en el Camachuelo Común, lo que permite realizar su captura con relativa facilidad. El hombre puede silbar en el mismo tono y el pájaro no diferenciarlo y acudir con igual presteza. Los pájaros jóvenes, antes de la muda en agosto-septiembre, responden 100 por 100 a la atracción de un semejante. Esta disminuye progresivamente, alcanzando un mínimo en, marzo-abril (40 por 100). Una vez formadas las parejas en diciembre-enero, éstas son más reacias en acudir a la llamada de otras. Cada uno de los camachuelos distingue bien la voz de su pareja, y una hembra o macho emparejados en el invierno permanecen unidos, si sobreviven, hasta comenzar la reproducción en abril. El anillamiento intenso, incluso con anillas de colores, ha permitido comprobar que, a pesar de coincidir sobre un comedero varias parejas, al disgregarse permanecen unidas las mismas.

Cuando los camachuelos comen sobre árboles o arbustos, al posarse cerca del nido para entrar en él a cebar los pollos, o mientras examinan un lugar que parece infundirles sospechas de peligro, lanzan unos débiles, pero muy audibles ¡ibib! repetidos muy continuadamente.

El canto es poco destacado por carecer de notas musicales. Es realmente un gorjeo sostenido intercalando notas raspantes y silbidos unas veces agudos y otras ásperos. Tanto el macho como la hembra cantan, aunque aquél lo hace más a menudo, pero la potencia de sus voces es muy similar. Cuando cantan inflan el plumaje la mayoría de las veces; si están posados en la rama de un árbol y observándolos de cerca se notan bien los estremecimientos del pecho y garganta, que van al unísono con silbidos disonantes que continuamente intercalan. La fuerza de este canto es pequeña y su poder de propagación escaso. A una distancia superior a 50-60 metros ya no se oye. En condiciones muy buenas, con fuerte humedad ambiental y sin viento, puede un macho en abril y mayo ser escuchado desde 80-100 metros. A menudo, sin embargo, no se oye a más de 30 metros. Canta todo el año, pero muy intermitentemente, y el sol y la buena temperatura pueden influir mucho para que se escuche durante el invierno. En ocasiones no se trata de verdadero canto, sino de un simple gorjeo que los pájaros pueden emitir a coro mientras reposan en las ramas de los árboles. Solamente se escucha a muy corta distancia, casi siempre estando debajo mismo. Desde cerca y mirando atentamente se ve muy bien cómo los continuos silbidos que parecen más bien suspiros les hacen inflar exageradamente la garganta e hipar con fuerza. Cuando el Camachuelo se irrita y se muestra agresivo con otro, lanza un sonido regañante imposible de expresar por escrito, pero que tiene un fuerte tono nasal.

Este pájaro come o descabeza las yemas, botones florales, flores, semillas y frutos de innumerables plantas, árboles y arbustos. Se ha observado comiendo Margarita de los Prados, Diente de León, Hierba de San Roberto, Cardillo, Ortiga, Avellano, Madreselva, Sauce, Zarzamora, Espino, Majuelo, Clemátida, Enebro, Lechetrezna, Frambuesa, Agracejo, Filipéndola, Ciruelo Silvestre, Brezo, Saúco, Tejo, Forsitia, Tojo, Pajarera, Mercurial, Botón de Oro, y observaciones incontables por su abundancia sobre plantas gramíneas. Entre los árboles, el Fresno, Abedul, Aliso, Alamo, Haya, Roble, Olmo, Serbal, etc., y también incontables observaciones sobre Pinus sylvestris, Pinus radiata y Pinus pinaster. Pero una especial mención hay que hacer de los intensos ataques que los camachuelos realizan sobre melocotoneros silvestres y cultivados, Prunus persica, en las últimas semanas del invierno. También los ciruelos silvestres y cultivados y los manzanos sufren esta depredación.

La técnica de comer brotes es muy especializada. Los bordes cortantes del pico facilitan la labor de cortar o quitar yemas y botones florales. De ahí el nombre de Cortabrotes, Quitabrotes, Esgromero y Picaflor, que se da en la región asturiana a este pájaro. Por el mismo motivo se le llama Cotonero en la zona de Baracaldo, Vizcaya (Ruiz de Azúa, 1961). Sin embargo, la forma especial de su pico le impide comer normalmente los grandes cardos y no los pequeños. Wright y Summers (1960) y Newton (1964-1972) estiman que cada Camachuelo puede cortar los brotes de un árbol frutal a razón de 30 o más por minuto. En el invierno la forma de comer es sistemática: un pájaro se posa en el tope de una rama y trabaja hacia el tronco arrancando las yemas hasta que al llegar al tallo leñoso vuela hasta el extremo de otra rama. Los destrozos que causa donde es abundante parecen ser cuantiosos y a causa de ello es muy perseguido en varios países europeos. El campesino del norte de Iberia conoce esta situación, pero nunca el pájaro ha sido tan abundante como para hacer temer que los daños sean irreparables.

El Camachuelo Común difiere mucho en su comportamiento durante el celo de los demás fringílidos. Siguiendo a Newton (1972) hay que considerar en general: a) La conducta sexual persiste durante todo el año, dominando las hembras a los machos. b) Las relaciones entre ambos miembros de la pareja se desarrollan con una absoluta discreción y lejos de cualquier mirada del observador, que pocas veces puede sorprenderlas; una pareja adulta que sobreviva al invierno volverá a criar junta. c) Los camachuelos son muy silenciosos y pasan fácilmente inadvertidos durante la cría. d) Los nidos están dispersos y solitarios. No hay conducta territorial evidente, ni defensa del territorio, ni conducta colonial. La pareja puede ignorar a un Camachuelo enjaulado colocado junto al nido. e) No hay vuelos de manifestación de celo. f) El canto posee una gran variación individual, es muy suave y carece de significado agresivo o territorial.

El cortejo nupcial puede empezar con un ataque simulado o efectivo de la hembra sobre el macho, que significa la formación definitiva de la pareja. En lo sucesivo faltará toda agresividad entre ambos adultos. Se ha observado muy a menudo la suavidad y el mimo con el que se conducen. El macho se acerca caminando de lado hasta la hembra con el pico dirigido hacia ella y la cola doblada hacia un lado, hasta que su pico toca el de ella. Después salta hacia un lado y vuelve a repetir el gesto, que se hace mutuo. Esta situación es acompañada con imperceptibles silbidos que probablemente sólo pueden ser bien escuchados manteniendo los pájaros en cautividad. Pero no siempre hay una manifestación vocal y este cortejo puede ser totalmente silencioso. Pronto el macho regurgitará semillas en el interior del pico de la hembra, que inflando el plumaje se agacha y gira de un lado a otro. Cuando la construcción del nido se aproxima, los machos ofrecen pequeños tallos o raicillas a la hembra. Son ellos realmente quienes eligen el lugar donde se emplazará el nido. Este será después empezado por la hembra utilizando realmente poco material, están formados por abundantes tallos de Brezo, forrados en su interior con crines vegetales; tiene además, una pequeña proporción de plumón vegetal; briznas de hierba seca, y crines animales. Jourdain y Harrison (1940, 1975) describen nidos formados por tallos, musgo y líquenes, forrados en su interior con pelo y raicillas. Construidos por la hembra, a la que acompaña el macho en la recogida del material, pero no ayuda, están situados a una altura del suelo que varía entre 30 y 200 cm. Muy a menudo a 1,5 metros y siempre bien ocultos en el interior de un matorral, seto o arbusto espinoso. En conjunto su estructura es pequeña y sólo de forma ocasional se encuentran algunos de considerable volumen. El diámetro normal no sobrepasa 10 cm., y la copa, poco profunda, 2,5-3 cm. Realmente son muy planos y someros. La puesta normal de cuatro-cinco huevos no es efectuada antes de la última decena de abril y más corrientemente a partir de los primeros diez días de mayo. Puestas anteriores son siempre raras, y nidos todavía con huevos sin eclosionar a finales de mayo son frecuentes. Su color es el verde azulado pálido, y en el extremo ancho, sobre manchas difusas violáceas, hay puntos y manchitas redondeadas negras o marrón amoratado. Algunos no tienen manchas y el tono verde azulado es muy brillante. Jourdain, para 100 huevos colectados en Gran Bretaña, obtuvo un promedio de medidas de 19,54 x 14,49 mm., con un máximo de 22,1 x 13,6 mm y un mínimo de 17,2 x 13 mm. Estos corresponden a la subespecie pileata, que vive en las Islas Británicas. Para la subespecie pyrrhula da el mismo autor en 65 huevos (24 por Rey) una media de 20,42 x 14,69 mm. Los obtenidos en Asturias (raza iberiae) dan un promedio de 18,9 x 14,1 mm., con un máximo de 21,9 y 13,4 mm. y mínimo de 17 x 13,1 mm. Mestre Raventós, para 28 huevos medidos en nidos del valle de Camprodón (Gerona), obtuvo una media de 19,84 x 14,83 mm., con medidas extremas de 22,4-18,1 x 15,8-13,5 mm.

La incubación corre a cargo completamente de la hembra, que es atendida en el nido por el macho. Este llega a él en silencio y durante este período los pájaros son extraordinariamente discretos, pasando muy desapercibidos, incluso cuando el nido está situado a escasos metros de una vivienda humana o en un jardín. La duración de la incubación es de doce-catorce días, comenzando a partir de la puesta del último huevo. La hembra guarda una extraordinaria fidelidad al nido y a menos que éste sea manipulado no lo abandona. Algunas son extrañamente sensibles a la presencia humana y otras apenas se inmutan. Los pollos al nacer tienen plumón bastante largo y espeso de color gris negruzco. El interior de la boca es rosado, con abundantes puntos gris-violáceos en los lados de la garganta. Las comisuras son amarillo pálido. La hembra permanece sentada sobre el nido hasta que los pollos tienen seis días. A partir de entonces ya no es sólo el macho quien aporta la alimentación. Ambos vuelan en su busca y juntos acuden también al nido, cebando a la vez a pollos distintos y retirando indistintamente el saco fecal, pues, como sucede con el Picogordo, esta especie también mantiene el nido muy limpio. Cada ceba se produce a intervalos de dieciocho-veinte minutos como promedio y está formada casi siempre por semillas diminutas sin triturar, que ambos pájaros conducen en las bolsas situadas a los lados de la garganta. En la época de la cría los adultos las desarrollan en el fondo de la boca, a los lados de la lengua, y cuando están completamente llenas y extendidas llegan por debajo de la quijada hasta el cuello, apreciándose muy bien cuando los pájaros llegan al nido. La garganta está entonces claramente abultada y las plumas erizadas ligeramente, lo que no es extraño teniendo en cuenta que en conjunto las dos bolsas pueden almacenar un centímetro cúbico de comida. Newton (1972), que examinó detenidamente camachuelos capturados en el invierno, no fue capaz de descubrir la menor señal de estas bolsas, por lo que probablemente es al comienzo de la primavera, y con el celo, cuando se inicia su formación. Los pollos son alimentados por regurgitación, para lo que los adultos realizan unas contorsiones previas y el plumaje de los lados de la garganta queda a menudo despeinado. Los primeros días parece probable que las semillas sean mezcladas con alguna larva o insecto (Newton, 1972). A los catorce-dieciocho días dejan el nido bien emplumados y revoloteando hasta ramas próximas. Si son molestados pueden caer del nido a los doce días. Harrison da un período muy variable entre doce y dieciocho días. Newton señala quince-diecisiete días de estancia en el nido. Dos crías son normales cada temporada, pero tres pueden producirse alguna vez. Los pollos que terminan de emplumar en agosto son, sin duda, de la segunda puesta, pero en años muy favorables una pareja puede anidar por tercera vez a finales de agosto y tener pollos volanderos en la primera semana de octubre. Muchos pollos mueren a poco de abandonar el nido y la supervivencia de los demás es difícil. Puesto que muchos adultos, en agosto, septiembre y octubre permanecen retirados u ocultos a causa de la muda, sucede casi siempre que solamente son jóvenes los que se ven vagando por la campiña. Esto falsea la ratio adultos-jóvenes y hace imposible dar un cálculo de valor. Newton, para una estación corta (dos crías), en Inglaterra estimó una ratio de adultos a jóvenes de uno tres y en una estación larga (tres crías) de uno cinco.

Pyrrhula pyrrhula se reproduce en gran parte de Europa, faltando en Islandia, norte de Escandinavia y países mediterráneos. En la Península Ibérica cría exclusivamente desde Galicia hasta la provincia de Gerona, pero no desciende su área de reproducción al sur de la Cordillera Cantábrica, salvo en el extremo occidental, que alcanza el valle del Sil, y en Galicia, que baja hasta Orense y toca el norte de Portugal. En bosquetes y sotobosques de laderas meridionales de la Cordillera Cantábrica es escaso y su densidad realmente baja. Las estribaciones meridionales de los Pirineos albergan una población no escasa, pero dispersa, que llega al Este casi hasta la misma orilla del Mediterráneo. Escasean las parejas en el Pirineo Aragonés y en el de Lérida, pero su nidificación está comprobada. Más abundante parece ser en Camprodón, Gerona (Mestre Raventós, 1971). Allí construyen sus nidos sobre plantas de Boj, situados bajo arboledas de fresnos, y robles, y también en espacios abiertos. Vaurie (1959) distingue para Europa varias razas. Pyrrhula p. pyrrhula, la de mayor tamaño, con medidas alares 88-97 mm. los machos y 87-95 mm. las hembras (Svensson, 1975), ocupa Noruega, Suecia, Finlandia, Rusia, gran parte de Alemania (excepto el Oeste), países Bálticos, Francia oriental (Vosgos, Jura y Alpes), Suiza, norte de Italia, Europa central y los Balcanes. Pyrrhula p. europaea es parecida a la anterior, pero algo más pequeña, con medidas alares variables de 77-88,5 mm. (77-83, oeste de Francia; 79-84, Holanda) y colorido más apagado debajo, y el gris de la espalda más pardusco en las hembras. Vive en Alemania occidental, Dinamarca, Holanda, Bélgica y occidente francés, llegando hasta los Pirineos, donde no sube hasta bosques de montaña. Pyrrhula p. pileata vive exclusivamente en Gran Bretaña, es similar en tamaño a europaea, pero el color rojo ligeramente menos intenso y las hembras más parduscas por debajo.

Para Iberia se define la raza Pyrrhula pyrrhula iberiae, los machos con coloración por debajo rojo bermellón y las hembras distintivamente más pálidas y más grises por encima y debajo que la subespecie europaea. En 50 machos adultos capturados entre noviembre y enero en Asturias se obtuvieron medidas alares de 78-84 mm. (promedio, 81,08 mm.). Solamente tres bajaron de 80 mm. y uno, que midió 78 mm., era extremadamente pequeño y muy pálido, teniendo un pico con longitud de 6 mm. (normal, 8-9 mm.). El promedio de pesos en 23 machos capturados en noviembre y diciembre fue de 21,91 gr. (19-28). Veintisiete hembras adultas cogidas de noviembre a enero dieron entre 76 y 82 mm. de medida alar (promedio, 79,15). Solamente nueve llegaron o superaron los 80 mm. Doce pesaron en promedio 21,25 gr. (19,7-23,5). Sólo una bajó de 20 gr. y todas fueron capturadas entre noviembre y diciembre. Sesenta y cinco jóvenes sin sexar, cogidos en junio, julio y agosto, dieron medidas alares entre 77 y 86 mm., con promedio de 80,59 mm. Solamente uno midió 86 mm. y correspondía a una captura en 6 de junio, dos de 85 mm. y 43 estaban por encima de 80 mm. Cincuenta y seis fueron pesados. Correspondían a capturas de julio y agosto y estaban entre 16 y 22 gr., con un promedio de 20,10 gr. Sólo uno pesó 16 gr. En San Miguel de Artadi, Zumaya (Guipúzcoa), siete machos cogidos en noviembre y diciembre daban un promedio alar de 80,42 mm. (80-81) y 13 hembras en los mismos meses con promedio de 78,61 mm. (76-81). Pedrochi (1975), para dos machos capturados en el Pirineo Aragonés en diciembre, da 85 y 88 mm. y para dos hembras en noviembre, 81 y 83 mm. No existe evidencia de que estos pájaros del Pirineo fueran nativos. Del examen de las medidas alares y pesos obtenidos en Asturias con camachuelos jóvenes, indudablemente nativos antes de la muda, se aprecia bien un promedio alar ligeramente superior al de los adultos, normal en los jóvenes que todavía no sufrieron desgaste en las plumas primarias. Conocido es, además, que el peso de los jóvenes es inferior al de los adultos en varios gramos a poco de abandonar el nido. El promedio obtenido en julio-agosto (20,10 gr.) se acerca mucho al de los adultos en otoño-invierno (21,58 gr.).

En el País Vasco la mayor parte de las recuperaciones de camachuelos anillados fueron obtenidas en el mismo lugar del anillamiento, autorrecuperaciones, o en zonas relativamente próximas. Solamente en un caso un pájaro (¿origen francés?), anillado en Zumaya en octubre, fue muerto en Anglet, Francia, 70 km. al Norte-Nordeste, cuatro meses después. Por el contrario, otro Camachuelo anillado y soltado junto con el anterior, fue recuperado a los tres meses en el mismo lugar del anillamiento.

En Asturias la recuperación más lejana del lugar de anillamiento, dentro de la región, alcanzó solamente 7 km. al Sur. Sin embargo, se ha producido una recuperación extraordinaria. Un Camachuelo macho, anillado en su primer año el 7 de diciembre de 1969 (medida alar, 81 mm.), en Villaviciosa, fue encontrado muerto (?) en Blain, Loire Atlantique, Francia, más de 800 km. en línea de tierra al Norte-Nordeste, el 12 de abril del siguiente año. ¿Puede deducirse de esta recuperación que existe una plena relación o identificación entre la población de la Bretaña francesa, Occidente francés, estimada por Mayaud y Vaurie como Pyrrhula p. europaea (siete machos del oeste de Francia, 77-83 mm. (79,6) de medida alar) y la del norte de España presumiblemente Pyrrhula p. iberiae (?). Quizás se trate de un caso aislado de migrador con retorno a su lugar de nacimiento. El anillamiento debe proseguir para aclarar éste y otros puntos confusos. En la misma línea es muy importante la captura por Pedrochi (1975), el 3 de diciembre de 1971 en San Juan de la Peña (Huesca), de una hembra que por su gran tamaño y medida alar (95 mm.) fue identificada, sin duda, como perteneciente a la raza Pyrrhula p. pyrrhula del norte de Europa. El mismo ornitólogo cita otras capturas en el mismo lugar de supuestos pájaros nativos con medidas muy inferiores. Aunque olas de frío inesperadas en Europa pueden provocar desplazamientos hacia el Sur anormales, quizá esto no explicaría suficientemente los dos casos anteriores y habría que interpretarlos como simple trashumancia invernal. Las poblaciones escandinavas de Pyrrhula p. pyrrhula realizan una verdadera migración hacia el Sur y son varios los que anillados en Finlandia han sido recuperados en Polonia y Checoslovaquia. Existe, pues, un flujo migratorio que puede llegar a los Pirineos y norte de Italia. En Francia (Yeatman, 1965) se señala cierto paso migratorio en el norte del país. Aquí, sin embargo, el sedentarismo parece claramente acusado en la población de los valles. De 21 recuperaciones de anillados en Asturias y Guipúzcoa, 18 lo fueron exactamente en el mismo lugar del anillamiento. Muchos juveniles controlados mediante anillas de colores permanecieron en el lugar y anidaron allí al siguiente año. Insistiendo sobre los cortos movimientos de los pájaros que habitan los valles, se ha observado, en un plano general, mayor inquietud y erratismo en camachuelos jóvenes. Los grupos de dos-ocho inmaduros permanecen invariablemente juntos en los meses otoñales, vagando por la campiña y juntándose ocasionalmente con otras parejas y pájaros solitarios, disgregándose si el grupo es muy numeroso y orientándose con su melancólica llamada.

Los camachuelos que habitan bosques caducifolios de alta montaña en la Cordillera Cantábrica y Pirineos parecen presentar un carácter diferenciado con las poblaciones ya estudiadas de los valles y niveles altitudinales por debajo de 600 metros. El biotopo montañés es diferente y la vecería de algunas especies arbóreas y el frío y la nieve obligan a una verdadera trashumancia a los camachuelos que ocupan sobre todo zonas meridionales de las montañas, invadiendo entonces lugares alejados de los que ocupan durante la reproducción. Los que viven en laderas y bosques situados en la parte septentrional de la Cordillera Cantábrica están sujetos a un erratismo de corto radio, permaneciendo en valles interiores donde la alimentación es abundante sobre plantas arbustivas primero y árboles después. Las medidas alares obtenidas por Bernis para pájaros de Lugo y Salamanca dan en siete machos 79-88 mm. (83) y en dos hembras 80-81 mm. (80,5), tan altas como las encontradas por Pedrochi en el Pirineo aragonés. Sabido es que los camachuelos de montaña poseen alas más largas (Vaurie, 1959). Esto parece asegurar la trashumancia que se acentúa en inviernos muy fríos, que obligaría a los pájaros a seguir sotos fluviales. Observaciones de camachuelos dispersos se han realizado en el Centro, Oeste, Sur y Levante (Huelva, Cáceres, Palencia, Salamanca, Valladolid, Burgos, Soria, Barcelona, Cádiz, Madrid, Málaga, Zaragoza, Valencia, Portugal, etc.). Incluso Giraud-Audine descubrió el 6 de noviembre de 1973, en la proximidad del Bosque Diplomático, cerca de Tánger, Marruecos, un macho que nuevamente Pineau volvió a ver el día 10 del mismo mes. Esta es la primera observación para Marruecos. La mayoría de estas observaciones son, no obstante, de finales de otoño o plenamente invernales, pero puesto que el Camachuelo es habitualmente enjaulado, cabe la posibilidad de que algunas de ellas se refieran a escapes de cautividad. Lack (1944) ha creído ver influencias hormonales en estas cortas migraciones. Sin embargo, las reacciones de los pájaros son primarias y es difícil establecer con seguridad qué obliga a pájaros de una misma especie e incluso nacidos en el mismo nido a comportamientos completamente opuestos. Geroudet (1964) considera para Suiza años de camachuelos y años en los que esta especie escasea. Para él hay cierta periodicidad bianual, pero con algunas irregularidades. Las causas no parecen tener relación con el rigor mayor o menor de la estación invernal, pero sí con la fructificación de las coníferas de montaña. Una abundante producción de frutos en estas especies ocasionaría ausencia de camachuelos en zonas de bajo nivel y viceversa. De aquí la existencia de años o inviernos de camachuelos y años sin ellos. El mismo ornitólogo se pregunta si las irrupciones en el llano no serán ocasionadas por una superpoblación periódica. Este no parece ser el caso, hasta ahora, de la región Cantábrica y Pirenáica Es muy probable que el diferente comportamiento entre Europa e Iberia deba atribuirse al clima más templado aquí, que no impide la existencia de abundante alimentación sobre frutos silvestres y no estaría ligado a la fructificación de una sola especie vegetal. Muchos árboles silvestres no padecen en el norte de Iberia la acusada vecería que es norma en países europeos de más al Norte.
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