23-04-2014, 01:01 PM
Las aves tienen un espectro auditivo similar al humano. Según un informe de investigación (Schawartzkooff 1973) alcanzan un límite superior a los 10-20 kHz (incluso más en algunos búhos) y un límite inferior a los 50-300 Hz. Las Strigiformes son excenciones a la regla porque dependen de una ancha banda de sonido para detectar a las presas. Por otra parte, existen pruebas de que las palomas domésticas e incluso las bravías (Columba livia) tienen un pico de sensibilidad adicional en la franja de los infrasonidos que podría darse en otras especies. Con todo, se desconoce si las aves pierden capacidad auditiva con la edad.
Algunos búhos presentan el cráneo asimétrico para localizar los sonidos de manera más precisa. Otra diferencia significativa de los humanos respecto de las aves es la mayor capacidad que tienen ellas para diferenciar secuencias de sonidos de intervalo muy corto, que las ayuda en el reconocimiento individual de la pareja, de los vecinos territoriales y de los pollos.
Se ha estudiado muy poco la capacidad auditiva de las rapaces aunque se cree que se ajusta al general de las aves. Es posible que los aguiluchos tengan potenciado este sentido al igual que los búhos y lechuzas, debido a su disco facial. La presencia de este disco parece estar relacionada con su modo de caza consistente en sobrevolar a uno o dos metros la densa vegetación y un oído muy desarrollado sería un complemento ideal para la vista.
Además, las partes más profundas de las plumas auriculares están modificadas con el fin de mejorar la audición. Esas modificaciones afectan a la longitud y la ausencia de bárbulas para canalizar mejor el sonido.
A su vez, parece ser que numerosos paseriformes han desarrollado una estrategia adaptativa en su canto para confundir a las aves rapaces desorganizando sus capacidades auditivas. Esta estrategia consiste en una variación en el diseño del tono y estructura de su reclamo para minimizar la posibilidad de que el depredador localice a la presa.
Algunos búhos presentan el cráneo asimétrico para localizar los sonidos de manera más precisa. Otra diferencia significativa de los humanos respecto de las aves es la mayor capacidad que tienen ellas para diferenciar secuencias de sonidos de intervalo muy corto, que las ayuda en el reconocimiento individual de la pareja, de los vecinos territoriales y de los pollos.
Se ha estudiado muy poco la capacidad auditiva de las rapaces aunque se cree que se ajusta al general de las aves. Es posible que los aguiluchos tengan potenciado este sentido al igual que los búhos y lechuzas, debido a su disco facial. La presencia de este disco parece estar relacionada con su modo de caza consistente en sobrevolar a uno o dos metros la densa vegetación y un oído muy desarrollado sería un complemento ideal para la vista.
Además, las partes más profundas de las plumas auriculares están modificadas con el fin de mejorar la audición. Esas modificaciones afectan a la longitud y la ausencia de bárbulas para canalizar mejor el sonido.
A su vez, parece ser que numerosos paseriformes han desarrollado una estrategia adaptativa en su canto para confundir a las aves rapaces desorganizando sus capacidades auditivas. Esta estrategia consiste en una variación en el diseño del tono y estructura de su reclamo para minimizar la posibilidad de que el depredador localice a la presa.