28-11-2013, 02:37 PM
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En el pasado, en España, la caza con grandes águilas no ha sido una modalidad cetrera que haya contado con demasiados adeptos, debido a la dificultad de su adquisición, su elevado coste, lo peligroso de su manejo y la escasez de presas acordes para ellas.
Caza con águilas rehales
Con un águila real se puede cazar prácticamente de todo: corzos, ciervos, cabras, muflones, zorros
Actualmente, esta situación parece estar variando en nuestro país, apreciándose un grácil aumento -dentro del cada vez mayor colectivo cetrero- por la práctica de la caza con estas aves.
Este cambio parece venir provocado -en gran medida-, por la facilidad con la que en estos momentos se pueden encontrar águilas criadas en cautividad en el mercado (a pesar de su todavía alto precio económico), y fundamentalmente por las inquietudes de varios cetreros por experimentar nuevas emociones, como la de poder disfrutar del alto grado de compenetración y del fuerte vínculo que se llega a establecer con estas aves predadoras, una relación prácticamente imposible de crear con el resto de las rapaces.
Aun así, todavía hoy la caza con águilas sigue quedando exclusivamente reservada a cetreros con demostrada experiencia y con posibilidad para cazar en cotos donde abunden presas adecuadas para el tamaño de estas aves, como pueden ser el zorro y la liebre. Pero es muy posible que, viendo como sigue creciendo su popularidad y número de adeptos, en un futuro no muy lejano esta práctica se asiente firmemente como una modalidad más de la cetrería española.
Algunos apuntes previos sobre su manejo
Cuando hablamos de la cetrería con águilas y del trabajo con ellas, lo primero que deben saber los interesados es que estamos hablando de manejar unos animales que por término medio se encuentran entre los 3,1 kg y 4,3 kg de peso los machos, y entre los 3,8 kg y 8 kg las hembras, aproximadamente y según subespecies.
Las águilas reales, en particular, son una especie con relaciones sociales muy jerarquizadas, conscientes en todo momento del poder que tienen en sus garras, lo realmente peligroso de ellas y no el pico, como la mayoría de la gente opina. Por muy gordo que sea un guante, si un águila quiere apretar con sus garras, aun sin clavar las uñas, es capaz de poner de rodillas a cualquiera por muy machote que uno sea.
Por eso, algunos errores en su manejo básico como por ejemplo-, el que malinterpreten que compiten con el cetrero por la comida y le lleguen a considerar un rival en lugar de su compañero, pueden originar un grave conflicto, provocándose situaciones muy comprometidas.
Son cazadoras solitarias y, por lo tanto, no les gusta mucho que se las moleste y se le hurgue en la comida mientras comen. Cuando capturan, rápidamente erizan las plumas, cubren su presa con las alas inclinando la cabeza y abren el pico, proyectando su lengua hacia fuera y exhibiendo su agresividad
Deben entender, por tanto, que el cetrero es su amigo, quien les facilita la comida, y no un contendiente que se la puede disputar y con el que tienen que competir (hay que tener en cuenta que en el nido, cuando aún son pollos, un hermano puede llegar a matar a otro por esa competitividad por la pitanza, es decir, que en su cerebro casi siempre están luchandopor la vida, el territorio, la comida ).
También es importante vigilar que no lleguen a hacerse muy territoriales en su banco o percha: ¡querrán comernos en su sitio!, aunque si se las retira de ahí, de su posadero, se convierten en un trozo de pan.
Al ser tan grandes, necesitan ejercitarse mucho y durante largo tiempo para que puedan desarrollar correctamente toda la musculatura, la potencia de vuelo que son capaces de desplegar y su resistencia. Esto representa un compromiso muy serio por parte del cetrero en el entrenamiento constante y diario. Un águila real es muy ágil, pero si no está bien musculado puede llegar parecer un pato mareado.
Un compañero para toda la vida
Además, hemos de saber que son animales muy inteligentes, con buena vista y oído, un carácter poderoso, soberbio y dominante, Â y son muy longevas, pudiendo llegar a alcanzar los 80 años de vida. Por eso, si un cetrero consigue que un águila se entregue a él y que su relación sea y se mantenga buena por mucho tiempo, puede llegar a conseguir con ella un vínculo incomparable con el que se pueda tener con cualquier otra ave.
Pero todo este parrafito tan romántico tiene también su lado negativo y creo que es la razón de la escasa afición y de su mala fama: si un águila se da cuenta en el primer momento de que su maestro le tiene miedo, se impondrá y será dificilísimo llegar a hacerse con ella.
El exceso de respeto o temor para manejarlas, unido a la ignorancia y a la escasez de experiencia en el mando, son las principales causas en nuestro país de que la caza con águilas haya sido tan escasa
La dificultad de encontrar presas
Con un águila real se puede cazar prácticamente de todo: corzos, ciervos, cabras, muflones, zorros pero en España la presas más fáciles de cazar -por su abundancia-, son la liebre y el conejo. La agresividad que muestran estas aves y su fuerza, hacen que un mismo águila pueda atacar a diversas presas, teniendo que tener especial cuidado en los posible encuentros con animales domésticos (perros, gatos, ) que nos podamos cruzar en nuestra jornadas cinegéticas, ya que estas aves no dudarían en atacarlas.
A pesar de su gran tamaño, estas aves son capaces de realizar acrobacias que podrían competir incluso con las de los diestros azores. Los vuelos de grandes distancias son los más cómodos para ellas, en los que son capaces de pensar una estrategia y sorprendernos con sus ataques.
Con respecto a los terrenos en los que cazan, estos pueden llegar a ser incluso monte bajo bastante cerrado, siempre y cuando el águila esté acostumbrado a volar en él.
A la hora de introducirlas en la caza hay que ser bastante estricto en su peso, hasta el punto que en ocasiones haya que templarlas (bajarlas de peso) bastante para que ataquen con verdaderas ganas a las presas. Sin embargo, cuando ya son diestras cazadoras, se comportan de mejor forma con pesos altos.